lunes, 28 de enero de 2013
Y entonces, sucedió ella comenzó a pensar de donde venía aquel sollozo, ese nudo en la garganta, esa maldita sensación de querer, y no poder. Era devastadora, una cuestión sumamente humana. Diariamente las personas reían y lloraban sin saber ¿Porqué?.
Porque estoy feliz río, porque estoy triste lloro, porque estoy nerviosa me como las uñas, porque tengo miedo me escondo bajo mis cobijas. Era una cuestión sumamente anímica. Si hubiésemos estado en la edad media, a más de uno habrían sumergido en sanguijuelas, creyendo esto verídico para contrarrestar ese humor excesivo. Pobres sanguijuelas, seguramente se habrían extinto.
Sentimientos, pensó. La respuesta yacía frente a sus narices, y la envidia, y la avaricia productos de rencores con nosotros mismos. El orgullo, siendo de los más mortales, además de los malos enamoramientos!. Tal cual muro que obstaculiza tu visión, ridiculizando tanto el panorama que piensas que tu importas más, planteando una pedantería sumamente vista, ya que existen millones de casos diarios, alrededor del mundo, pero estos son como los resfríos, a todos les ha dado, unos se cuidan más que otros, y hay algunos que a punta de mente se enferman
Y ella decía Y entonces estos evolucionaron, y el miedo se torno en represiones interiores, y en sueños inconclusos, la felicidad se torno en un llanto irreparable con mezcla de bailes y regocijos, y el amor prosiguió siendo incomprensible como el solo y como los dos juntos.
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